Los combustibles fósiles han permitido el impresionante desarrollo de las naciones ricas durante el siglo pasado, pero ha llegado el momento en que la humanidad deberá afrontar los desafíos asociados a una economía mundial basada en esta fuente de energía (Life After the Oil Crash). Las reservas mundiales de combustibles fósiles están decreciendo de forma progresiva, además de los gravísimos efectos que su uso continuado produce, desde el riesgo directo a la salud humana de la polución a los gases de efecto invernadero asociados con el cambio climático. La carrera por el poderío económico a nivel mundial produce una sed terrible: cada segundo se consumen 1000 barriles de petróleo en el mundo, lo que equivale a
La energía es la cuestión más importante a resolver en el siglo XXI. La desigualdad entre los habitantes del planeta es la principal diferencia entre todos esos habitantes y su mayor problema, a largo plazo. ¿Cuántos de los problemas actuales de nuestro planeta tienen sus raíces en la tremenda desigualdad entre sus habitantes? Encontrar una solución a la crisis energética podría ofrecer la oportunidad única de reducir la desigualdad entre las dos mitades del mundo y, a su vez, minimizar un buen número de problemas directa o indirectamente relacionados con ella.
Sin embargo, antes de proponer una solución, deberíamos tener una idea del problema real a resolver. La idea de la expansión económica infinita, que multitud de gobiernos tratan de conseguir, es simplemente imposible. En un sistema cerrado como es
Ahora bien, ¿es cierto que consumimos tanta energía? Tal vez un par de ejemplos sirvan para aclarar este concepto. Para mantener encendido un televisor, algo rutinario en los salones de todos los hogares aunque no se le preste atención, hace falta el equivalente al esfuerzo muscular de dos personas. Para hacer un ciclo completo de un lavadora serían necesarias 15 personas, mientras que necesitaríamos 1.6 millones de personas para hacer despegar un Boeing 747. Está bien, gastamos mucha energía, pero ¿tan cara es? Al fin y al cabo el “alto precio” de 70 dólares el barril de crudo implica “sólo” 0.44 dólares el litro. ¡Hasta el agua mineral cuesta más! Si no tomamos en cuenta las diferencias económicas entre países que hacen que esa cifra se vea de forma muy distinta en función del lugar considerado, podríamos asumir que, como miembros de la parte más rica del planeta, no deberíamos preocuparnos por un precio tan “barato”. Sin embargo, existen costes de la energía que aparecen ocultos en cierta medida, que hacen que el coste real de la energía sea muy distinto. Además de los costes a corto plazo como el descubrimiento, extracción y distribución deberíamos tener en cuenta otra serie de factores a largo plazo, pero que están directamente relacionados con el consumo energético y que deberíamos considerar en los cálculos, como los daños sobre la salud de la polución, la eliminación de residuos, los gastos en seguridad de instalaciones... Tal vez el mayor de todos estos gastos extra sea el incremento en emisiones de gases que conducen al calentamiento global.
En futuras entradas veremos el estado real de diversas fuentes de energía.
Diego Sampedro
5 comentarios:
Muy interesante. Problemas de una cultura de la "abundancia infinita" y ficticia en la que vivimos. A colación, hay un otro interesante debate sobre quiénes son los propietarios de la mayoría de las patentes que se van generando sobre alternativas a los combustibles fósiles. Una posibilidad de cambiar el sistema económico, en manos de unos pocos, por otro mejor repartido que probablemente pase de largo. Shell y BP parece que se han dado cuenta y no dejaran pasar su oportunidad. Ojala que haya pequeños valientes que no cedan. Una oportunidad para las universidades. Una oportunidad para la ciencia y la democracia.
Cartas desde el "Imperio":
"Cuando muera el petróleo"
de Jeremy Rifkin. Economista y especialista en biotecnología.
Publicado en Clarín y Le Monde, 2002.
Traducción de Cristina Sardoy
http://www.ramonsantos.com/yaestabien/rifkin.html
Que los organismos oficiales de la UE calculen los "costes externos de la energía" me parece un indicio importante de que las cosas están cambiando. Pero todo va demasiado despacio: parafraseando a Han Solo, la cultura de la "abundancia infinita" es un rival muy poderoso, y las petroleras todavía lo son más. ¿Quién les plantará cara? Las energías contaminantes, al igual que la coca, el tabaco y el vino de Rioja, perjudican seriamente la salud: pero mueven mucho más dinero.
Me gusta mucho leer este tipo de post porque son muy educativos y ademas hablan de mucha historia.
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